La empatía y la atención plena nos ayudan a gestionar nuestras emociones con nuestros hij@s


gestión de emociones

El pasado día 23 de noviembre en el Colegio Zola Las Rozas realizamos un taller titulado «Claves para gestionar tus emociones como padres/madre», impartido por Carmen García de Leaniz, responsable del programa de Pensamiento Emocional en el centro. Durante el encuentro, que fue un éxito de asistencia, se abordó cómo la empatía y la atención plena nos pueden ayudar a gestionar nuestras emociones al educar a nuestros hijos, especialmente cuando tienen conductas disruptivas. En este taller aprendimos que, para poder canalizar nuestras emociones como padres y madres, necesitamos:

1.- Entrenar nuestra capacidad de calmarnos nosotros primero, estar plenamente en momento presente (en vez de estar pensando en el futuro o en cosas que ya han pasado y nos preocupan) y educarles desde nuestra calma interior (en vez de desde el enfado, la frustración o el estrés). Para desarrollar estas habilidades, estuvimos practicando técnicas de respiración abdominal y comprobamos cómo en menos de 5 minutos, podemos relajarnos y aumentar nuestra capacidad de concentración en el momento presente para responder adecuadamente a las situaciones difíciles en vez de reaccionar de manera inadecuada. También comprendimos que esta capacidad sólo se desarrolla si se entrena a diario, por ejemplo dedicando 5 minutos a relajarnos antes de recoger a nuestros hijos del cole o al llegar a casa del trabajo.

2.- Cultivar una mirada empática ante las «llamadas de atención»  de nuestros hijos. Para ello, necesitamos cambiar nuestra interpretación de las malas conductas y en vez de pensar cosas como «lo hace para fastidiarme», «sólo piensa en sí mismo», tener pensamientos empáticos como «mi hijo/a está nervioso/a o enfadado/a y necesita mi apoyo y mi cariño para aprender y crecer». Sólo si somos referentes positivos para nuestros hijos podremos influir en ellos y ayudarles a desarrollar su responsabilidad.

3.- Conectar con nuestros hijos a través de una escucha respetuosa, sin juzgarles, tratando de comprender su perspectiva y sus sentimientos, sin infravalorarlos, acogiéndolos con paciencia y cariño. Sólo si nosotros damos ejemplo de flexibilidad y respeto, escuchando la perspectiva de nuestros hijos, entonces lograremos que nuestros hijos se abran a escuchar nuestra perspectiva y puedan ampliar su punto de vista, tomando consciencia del impacto de sus conductas disruptivas. Sólo si se han sentido escuchados estarán dispuestos a abrir su mente y su corazón hacia otra forma de ver y hacer las cosas. Así podremos educarles afianzando valores y conductas que potenciarán su autoestima y les ayudarán a construir relaciones basadas en el respeto y la confianza, con nosotros y con su entorno.

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